Venecia Joaquín: Quédate en casa, pero atiende tu alm

Periodismo y Sociedad, Opinión. En este día lluvioso, sentada en la mecedora de mi abuelo, observo por la ventana la calle desierta, la quietud del ambiente; mis pensamientos vuelan a preocupantes   informaciones y pinceladas del mundo; tomo una libreta y un bolígrafo; pido a Dios luces para organizar las ideas e inquietudes que sobre las mismas, fluyen en mi mente.

Con la llegada del Coronavirus, la humanidad ha cambiado su estilo de vida. Sin conocer del origen de la pandemia ni su medicina, cada familia, rica o pobre, ha tenido que hacer ajustes en su diario vivir, que le permitan manejarse dentro de límites jamás imaginados. No se puede viajar ni bailar ni compartir con seres queridos, todo está limitado y controlado; se hace difícil hasta trabajar para sobrevivir.

Necesito entender la situación que vivimos, el camino a seguir. ¿Qué pasa en el mundo? ¿Qué dicen los expertos en asuntos religiosos? ¿Cuál es la señal?  A mi juicio, todo apunta al alma, al YO interior. Exigen confinamiento para cuidar el cuerpo, pero para erradicar los males, debemos sanar el alma, esgrimiendo los principios cristianos para el bien común, en nuestras actitudes y acciones.

Este encierro obligado no es para huir ni asustarse, debemos aprovecharlo para ponderar las etapas de la vida. En el pasado ¿qué hice?  ¿conseguí ser feliz?  ¿debo cambiar, pedir excusas?; en el presente ¿qué hago?  ¿vivo con la conciencia tranquila?; la reclusión, lanza tu mente al futuro ¿qué debo hacer para vivir en paz? ¿estoy ayudando adecuadamente al prójimo?

Indiscutiblemente, la vida es una y termina…” Vida, huellas, muerte” es un esquema que no cambia; lo material queda. La paz espiritual, no hacer daño a los demás, es el tesoro más valioso de la vida; permite sonreír, actuar con libertad y firmeza; es sentirte cómodo contigo mismo, con intimo gozo, y cuando llegan pandemias, actuaras sin pánico, sin temores.

Conciencia tranquila es imitar a Jesus, el hijo de Dios, ser instrumento de paz y amor. El coronavirus se llevará muchas cosas materiales y hasta vidas; traerá hambre y tristeza mientras nos organizamos, pero nunca permitamos que se lleve la fe en Dios, la esperanza en un mundo mejor, la paz espiritual que produce regirse por los principios cristianos, de amor, respeto, solidaridad, humildad. Cuidar el alma de la humanidad, compartir, ayudar el prójimo, erradicaras todas las yerbas malas, como el coronavirus, y sembrará el mundo de amor, alegría y paz.

La tranquilidad espiritual permite vivir en soledad, sin temores; ayuda a detectar los afectos sinceros, no los heredados, sino los nunca soñados. Quédate en casa, pero no solo organice gavetas y armarios sino tu alma; revisa sus síntomas ¿Por qué esta angustiada? Muchas veces, la gente se resiste a la soledad, por temor a descubrir la paleta de colores de su alma y por eso prefieren el ruido, la banalidad.  No tema; enfréntenla.  Quizás acostumbrados a recibir, deben abrir las puertas para dar; quizás acostumbrados a dar, necesiten recibir.

Urge armonía en el mundo; quizás debemos controlar los sentimientos desbordados, para que los demás aprendan la necesidad de responder a ellos; pero nunca, nunca, dejemos de confiar, pedir y buscar de Dios, ¡sana y es el Todopoderoso!.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *