OPINION: Roberto Clemente, solidario. Somoza, indolente y codicioso ante la tragedia

Por EULOGIO SANTAELLLA/esantaella@claro.net.do

Dentro de una pléyade de famosos atletas, Roberto Cleme nte es la figura señera de Puerto Rico. Sus virtudes humanas desbordaron y catapultaron sus hazañas deportivas. Los jóvenes deben saber que, en 14 temporadas con los Piratas de Pittsburgh, Clemente ganó el campeonato de bateo 4 veces y en 1960 contribuyó a que, después de 25 años, los Piratas ganaran la Serie Mundial a los poderosos Yankees de New York.

En 1966 fue el Jugador Más Valioso de la Liga Nacional y en 12 temporadas fue parte del Equipo de Estrellas. En 1971 fue premiado como Jugador Más Valioso de la Serie Mundial y en el último juego en que participó, en 1972, llegó a 3,000 imparables.

Sólo diez jugadores antes que él habían alcanzado esa cifra, siendo el primer Latino en lograrlo. Clemente era un “jugador completo”: corría, bateaba, defendía, tenía un brazo potente y preciso, y ganó el premio “Guante de Oro” en 12 temporadas consecutivas.

En tiempos de prejuicios Clemente defendió en el terreno y ante los cronistas el valor de los hispanos, convirtiéndose en destacado miembro del Sindicato de Peloteros de Grandes Ligas. Insistió en ser llamado Roberto Clemente y no “Bobby” Clemente.

Como hijo de obrero honró sus orígenes y gestó proyectos para educar niños y jóvenes pobres, alejándolos de la marginalidad y las drogas, y para quienes ha sido un modelo y fuente de inspiración.

En septiembre del 1972 dirigió el equipo de Puerto Rico en la Serie Mundial de Baseball Amateur celebrada en Managua, Nicaragua, en momentos en que la dinastía Somoza dirigía el país con una Junta de Gobierno, siendo el verdadero hombre fuerte Anastasio Somoza Debayle, “Tachito”, Jefe de la Guardia Nacional.

En la madrugada del 23 de diciembre del 1972, día antes de Noche Buena ocurrió en Managua un sismo de 6.2° de magnitud, con epicentro muy cercano a la superficie lo que multiplicaba su mortífero poder. Más de 74,000 casas y los principales edificios, incluyendo la Casa Presidencial, quedaron destruidos. Se estimó que fallecieron más de 11,000 personas.

Ante esa tragedia Clemente organizó, bajo su propio nombre, un “Comité por Nicaragua” para recabar ayuda para los damnificados y movilizó todo Puerto Rico por televisión y otros medios de comunicación. En pocos días se despacharon 4 aviones con medicinas, alimentos y ropas, con otro envío de mayor volumen, programado para el 31 de diciembre.

Clemente decidió hacer esta nueva distribución por sí mismo y aprovecharía su viaje para indagar cuál había sido el destino de las primeras ayudas, pues se comentaba que Somoza y su camarilla se habían apropiado de ellas y no las entregaron a los realmente necesitados. Se contrató un gran avión de hélice DC-7. Atribulados, no se supo que no tenía buen mantenimiento.

Lo sobre cargaron con pesados bultos, no bien atados. Además, no se distribuyeron de manera uniforme para que su centro de gravedad no afectara la seguridad del vuelo. Para garantizar el retorno, los tanques de combustible se llenaron totalmente, aumentando el sobrepeso. Clemente se despidió de su familia y subió a la nave poco antes de llegar el Año Nuevo. Al despegar, el avión recorrió un corto trecho y cayó al mar. Los cinco ocupantes murieron. Sólo se recuperó el cadáver del piloto.

Somoza aprovechó la tragedia para fortalecer y extender su poder político y económico. Saqueos y cadáveres insepultos crearon una crisis social, económica y sanitaria. Marejadas humanas se movilizaron lejos de la capital subsistiendo a la intemperie.

Siempre codicioso e indolente, Somoza, Jefe de la Guardia Nacional, manejó a su antojo la ayuda internacional capitalizando a su favor la reconstrucción para aumentar su fortuna, una de las mayores de América acumulada a partir de 1937, cuando su padre Anastasio Somoza, “Tacho” tomó el poder, luego de asesinar a Augusto Sandino.

Después del sismo, Somoza montó otra farsa electoral, en el declive de una dinastía de 43 años, que concluyó con el triunfo del FSLN en 1979. “Tachito” renunció y huyó a Miami, pero el Presidente Carter no le otorgó asilo. Además, quedándose allí el gobierno sandinista pediría su extradición y decidió exiliarse en Paraguay donde, en Septiembre de 1980, un comando nicaragüense, apoyado por el peronista Ejército Revolucionario del Pueblo lo emboscó y ajustició con un proyectil de bazuca, quedando su cuerpo carbonizado.

Clemente, en 1973, fue el primer latino exaltado al Salón de la Fama. Allí también se creó el Premio Roberto Clemente para reconocer peloteros que se distingan por su espíritu deportivo y apoyar la comunidad.

Recibió póstumamente la Medalla Presidencial de la Libertad, la mayor condecoración americana. El principal complejo deportivo de Puerto Rico es el Coliseo Roberto Clemente. Como su cadáver no pudo ser recuperado, no existe para él una tumba, sino que se le consagró un cenotafio, que históricamente eran monumentos funerarios dedicados a los héroes cuyos cuerpos no eran recuperados de los campos de batalla.

Allí se grabó esta inscripción: “Hijo de Carolina, Ciudadano Ejemplar, Atleta, Filántropo, Maestro, Héroe de las Américas y del Mundo”. Su lema fue: “Cada vez que tienes la oportunidad de cambiar algo en este mundo y no lo haces, estás malgastando tu tiempo en esta Tierra”.

Rindamos tributo e imitemos al solidario Roberto Clemente. Imploremos que la justicia divina y terrenal condene a severos castigos, por la comisión de pecados capitales, a quienes en muchas partes del mundo son como Somoza, indolentes y codiciosos, teniendo como única meta aprovecharla pandemia para enriquecerse vilmente y aumentar su poder, a costa de la tragedia de la humanidad.

 

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