¡La pava ya no pone donde ponía!

Herminio Alberti León / herminioaalberti@gmail.com/Hoy.com.do

“¡¡¡No te conozco… ¿Eres realmente Herminio?¡¡¡” –exclama Píndaro, mientras le sonríe a Herminio y le mira con cara de incredulidad, pues ahora se esconde detrás de una máscara que no es precisamente la del Zorro-… “¿Qué abeja te picó?… ¿Por qué sudas mientras tratas de hablar? ¡Eso no te pasaba antes!”.

La historia ha cambiado. Píndaro y Herminio se miran extrañados uno del otro porque las mascarillas de uso obligatorio les dan un respiro de individualidad –todo lo opuesto a los selfies ‘de antes’-, mientras el calor abrazador les quema en su interior y provoca sudoración anormal en la piel y dificultad en la respiración… “¡El tiempo se ha vuelto el gran aliado de todos! -exclama Herminio-… Tan fácil que era antes el resolver casi todo con sólo una sonrisa… ¡Ahora ella ni se ve, ni se deja ver por más que brillen los ojos!”.

“Píndaro hace una parada antes de salir a la calle, como pensándolo mejor… Lo han llamado de la oficina a la cual se dirigía y le han dicho que mejor no vaya pues hay un contagiado y el ambiente no está definido… “¿Qué haces ahí sentado?.. ¡Me recuerdas a El Pensador, que Auguste Rodin creó y fundió en metal en el 1881… Estamos en el siglo XXI y la pandemia hace rato que te puso a pensar hasta en la inmortalidad del cangrejo, aunque no lo quieras!”-sentencia-… “Es que no lo puedo evitar –replica Píndaro-… Me pican los buches por la bendita mascarilla, se me dificulta respirar porque mis gases se me devuelven, las orejas se me ven más paradas de lo que son en realidad… ¡Qué feo me veo!… ¡Pensé que la vida sería más fácil!” –reacciona al tiempo de pensar para sí mismo-.

“Mira, Herminio –sigue Píndaro con su perorata-, hace meses yo salía de mi casa programado a hacer mis cosas con la expectativa de que mi éxito estaba asegurado, porque así me lo decían… Me lo decían los libros, me lo decían los compañeros de trabajo, lo veía en mis selfies y me lo creía, me lo decía la vida… ¡Y, se me daba!”

“Es que te ha llegado el momento de que ese sentado -que ahora has querido hacer porque te han llamado y avisado que el ambiente hacia donde ibas amaneció hoy contaminado y que es preferible que no vayas, para que después digas que allá te enfermaron- te ayude a tomarte tu tiempo y reflexiones y, al mismo tiempo, ayudes a aquellos que siempre han visto sus vidas y sus compromisos de trabajo enfocados hacia una sola meta: Amarrar el éxito a hacer una fortuna que podría ser efímera… Jamás olvides que ya, hoy, ¡La pava no pone donde ponía!” –reflexiona Píndaro-.

“Quizás debieras asociar tu éxito al logro que te proporcionen los derroteros que te dictan tus pensamientos, y no las actitudes vacías de contenido sólido que puedas formar con aquello que conocemos como criterio propio, y no lo que puedan decir los demás” –le dice Herminio a Píndaro, mientras le clava su mirada-“.

“Las cosas jamás volverán a ser las mismas –exclama Píndaro. Ahora mantén sus ojos fijos en tu realidad… Ya tu vida cambió… Ya, mi vida se transformó para mejor”.

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