La cortesía siempre está de moda
Por: Eilyn Paulina/Redacción/periodismoysociedad.net
Recuerdo que desde muy niña mis padres me inculcaron el valor del saludo, las
gracias y el gesto de correspondencia en respeto con los de alrededor y con los de
ocasión y circunstancia, como un hábito noble y constante del que nunca debía
prescindir.
Un ¡buenos días! ¿cómo estás? con su permiso, muchas gracias, entre otras frases
y gestos como la sonrisa y la extensión de la mano derecha, fueron parte de los
aprendizajes que hasta hoy me acompañan, claro, con las reservas debidas ante un
extraño o mal intencionado.
Abro paréntesis para irnos al concepto, la Real Academia Española de la Lengua
(RAE), define la cortesía como la demostración o acto con que manifiesta la
atención, respeto o afecto que tiene alguien a otra persona.
En la publicación “La cortesía en las peticiones” Vidal Alba de Diego, Universidad
Complutense de Madrid (1994), plantea que, es uno de los aspectos más
representativos en los intercambios diarios y, posiblemente, uno de los campos al
que los estudiosos de la interacción social y verbal han dedicado mayor atención.
En el documento publicado por el Centro Virtual Cervantes, Vidal Alba cita a R.
Lakoff, P. Brown y S. C. Levinson, H. P. Grice,J. R. Searle, E. Goffman como parte
de la bibliografía que se interesa por el tema y añade que “la cortesía es un tipo de
interacción social y de actuación verbal específica. Implica un conjunto de normas
que regulan el comportamiento cotidiano, y con las que se quiere mostrar
consideración”.
Asimismo, añade que, “es un valor social que, como forma de control emocional,
trata de preservar la estima de la persona, de evitar una situación conflictiva
imponiendo el tacto o, en palabras de R. Lakoff, «reducir las fricciones en la
interacción social»”.
Cierro paréntesis. Les confieso que, todavía me causa segundos eternos de
parálisis y shock un saludo no contestado, un silencio sepulcral ante un gesto cortés
no correspondido, crisis que finaliza de inmediato justificando en mi mente que tal
vez esa persona no tuvo la misma oportunidad en el hogar, que no me
escuchó a pesar de lo clara y efusiva o que, sencillamente, no le da el deseo de
hacerlo.
Todavía les confieso más, en una etapa de mi vida me molestaba ver a alguien
abordar un lugar como Pedro por su casa sin saludar. No era capaz de asimilar tal
acción hasta el punto de que me enfadaba en mis adentros y decía “qué tosco, qué
tosca”, pero como una decisión de salud, tolerancia y hasta de autovaloración, tomé
la decisión de seguir saludando, siendo feliz y dejando a libre destino quien no
quiera hacerlo.
Soy de esas personas que mira a la cara y sonríe, que llego a mi lugar de trabajo y
saludo desde el guardia, las recepcionistas y a todo el que me encuentre en el
camino, pues pienso que puedo ser la luz en el día gris de alguien, pero por sobre
todas las cosas, decido mantener viva esa esencia del hogar con buenos modales,
porque a pesar de practicada u omitida, la cortesía siempre hace bien, atrévete a
saludar, la cortesía siempre está de moda.
Por: Eilyn Paulina
Comunicadora y Cantautora
MA en Comunicación Corporativa