Danilo Medina en un gran dilema táctico del Político y del Estadista.

andres-matos-LichoPor Andrés Matos.

El excelentísimo señor presidente de la República, licenciado Danilo Medina, comparecerá este lunes 27 de febrero ante la reunión conjunta de las Cámaras del Congreso Nacional, a rendir sus memorias de las acciones ejecutadas por su gobierno en el año 2016, cumpliendo así el mandato constitucional expresado en el artículo 120.

Esta vez, quizás sea la más incómoda presentación para el mandatario, desde que  asumió la dirección del país el pasado 16 de agosto del 2012, debido al sorprendente ímpetu mostrado por  la ciudadanía en reclamar la higienización y el adecentamiento en la administración pública.

Había gobernado con un panorama político manejable, con un pueblo impotente y sereno, adormecido por distintas circunstancias, muchas de ellas creadas por el propio accionar gubernamental en su lógica de perpetuar la imagen del propio presidente en su más alto nivel de aceptación popular.  

Muchas de las acciones del gobierno para lograr la hasta ahora buena imagen del mandatario, sin quizás “llenaron la copa” de la paciencia ciudadana, que de manera  sorpresiva lanza, en distintas formas y medios, su ira de inconformidad por el vertiginoso deterioro moral de la sociedad en los últimos años y gobiernos.

La atención del ciudadano está muy entrada en la alocución del mandatario por observar el tratamiento al grado altísimo de la impunidad en el país y, sobretodo, en el gobierno, causa fundamental del despertar inusitado de diversos sectores de la nación.

El ciudadano presidente y el gobierno lucen  “acorralados” por tal situación y el momento reclama que la misma sea abordada con entereza por el país, encabezando este tratamiento, el propio primer magistrado de la nación.

Sectores de la población dudan de antemano de la sinceridad del presidente en sus posibles propuestas para enfrentar la situación, otros consideran que está obligado a tratarla, aunque sea a medias y para demostrar que tiene interés en hacerlo y, los más preocupados expresan sus creencias de que está compelido a encarar con firmeza y rectitud la misma, so pena de que la nación y su debilitado clima de simulada tranquilidad termine por sucumbir.

El ABC de la política indica que no será ni posible ni fácil para el presidente eludir  la prioridad del tema en la atención de la población en su discurso el próximo 27 de febrero.

Esa lógica política partidista y circunstancial justifica que el presidente “autorice” su  Ministerio Público llevar hasta las últimas consecuencias “caiga quien caiga” en el mas impactante y vinculante caso de corrupción, el que involucra a dirigentes de distingos gobiernos en el caso Odebrecth.

No obstante, aunque la Red mafiosa Odelbrecth coronó la paciencia popular, otros notorios expedientes  fortalecen las razones ciudadanas para luchar contra la impunidad, tales como los  expedientes TUCANOS, OISOE, CORDE, CEA, POLICIA NACIONAL, EDUCACION Y EL 4%, CONTRUCCION Y RECONSTRUCCION DE HOSPITLAES, ETC.

No tengo dudas de que caerán algunos muy publicitados nombres, con los cuales el presidente aspira que se le otorgue un “compas de espera” en el cual pueda acomodar y sortear la difícil situación, sin que su figura salga lesionada, ni tanto la de su partido, el cual está irremisiblemente erosionado por el entramado del sistema de corrupción montado desde que asumió el gobierno.

Escucharemos al presidente reiterar su profunda vocación de honestidad y transparencia con que prometió gobernar. Su promesa de que todos, todos los casos serán llevados a las últimas consecuencias y los “involucrados pagando el precio de sus acciones “pervertidoras” de la buena imagen y conducta de la ciudadanía, del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y de su inmaculado líder fundador profesor Juan Boch.

El ABC también me indica que los principales caídos involucrarán a su partido, eso si, del sector interno opuesto a su continuidad en el gobierno y su liderazgo partidario, además, uno que otro del partido opositor más beligerante y representante de la amenaza de su perpetuidad en el manejo de la administración pública.

Por tales razones, el discurso presidencial representa un gran dilema para el político y táctico Danilo Medina.

                                   

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