A 59 AÑOS DEL AJUSTICIAMIENTO DEL TIRANO TRUJILLO

Santo Domingo, República Dominicana. La noche del 30 de mayo de 1961, el tirano Rafael Leónidas Trujillo Molina fue ajusticiado por un grupo de valientes y aguerridos ciudadanos, en el tramo de la avenida del malecón que hoy lleva el nombre de esa histórica fecha.

El tirano Trujillo gobernó el país durante más de treinta años como una finca particular suya, en el cual instauró un régimen de terror y represión que sembró de luto y dolor al pueblo dominicano, asesinando, torturando, encarcelando y desapareciendo a todo aquel que osara oponerse a sus designios dictatoriales y megalómano. Además, durante ese largo y oscuro régimen, Rafael L. Trujillo y su claque familiar, despojaron de sus tierras y propiedades a campesinos y empresarios agrícolas, además de apoderarse de todas las riquezas producidas por el Estado dominicana.

El 30 de mayo ha sido consagrado como el día de la Liberad, porque en esa emblemática fecha no sólo se decapitó la sangrienta dictadura de Trujillo y sus secuaces, sino que para el pueblo dominicano se inició un nuevo escenario social y político que posibilitó el inicio del proceso de democratización del país, a pesar de que los remanentes del régimen se mantuvieron en el poder durante varios meses después de la desaparición física del tirano, quienes finalmente debieron abandonar el territorio nacional, fruto de la presión popular en las calles exigiendo libertad, democracia y la salida de estos del país.

A 59 años del ajusticiamiento del tirano Trujillo, la realidad social y política del país no ha cambiado lo suficiente, pues las influencias de ese oprobioso régimen se mantienen gravitando en el accionar de los sectores y clases dominantes, la institucionalidad democrática ha sucumbido ante el autoritarismo de quienes ocupan puestos relevantes en los estamentos más importantes del Estado dominicano, reflejo de una vieja conducta de la Era del jefe.

No obstante esas circunstancias, es preciso que los dominicanos y dominicanas de verdaderos sentimientos patrióticos y democráticos, levantemos en alto la bandera de lucha de todos aquellos héroes y heroínas que ofrendaron sus vidas enfrentando la sangrienta dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, la más sanguinaria y cruel de la historia de nuestro país y América Latina, emulemos su ejemplo de lucha y sacrifico por la libertad, el establecimiento de una verdadera democracia participativa y de justicia social para todas los hombres y mujeres de la Patria de Duarte, Luperón, Jiménez Moya, Minerva, Manolo, Fernández Domínguez y Caamaño.

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