PISA y muchas evaluaciones evidencian un pobre desarrollo
Por: Juan Bolivar Díaz
Nadie debería sorprenderse de que el país quedara en el último escalón en la evaluación PISA auspiciada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, porque ya eso estaba diagnosticado en otros índices como fruto de décadas en que los gobernantes no entendieron que la educación es el fundamento del desarrollo.
Pero no es solo en educación que la RD queda malparada en casi todas las evaluaciones internacionales, también en inversión en salud, desarrollo institucional, en corrupción, muertes por accidentes de tránsito, confianza en la Policía, los políticos, en ética empresarial, servicios de energía y otros indicadores de pobreza.
Ultimo entre 72 países. De cualquier forma causa impresión que se otorgue a RD el último escalón entre 72 países, en la primera ocasión que se ha sometido al Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA), de la importante Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, con sede en París, que agrupa a las naciones más desarrolladas del mundo.
Aunque ya hace años que el país queda en los últimos lugares en la calidad educativa en el Indice de Competitividad Global del Foro Económico Mundial, ocupando la posición 131 de 138 en matemáticas y ciencias. También en las dos últimas evaluaciones del Estudio Regional de la Calidad Educativa (SERCE), a nivel latinoamericano, la RD había quedado en el último lugar
Tanto en matemáticas como en ciencias los casi cinco mil estudiantes dominicanos que participaron quedaron en promedio en el último escalón. Solo en lectura mejoraron algo, quedando en la posición 68.
Las pruebas se aplican a los estudiantes de 15 años que están finalizando la educación secundaria, centrándose en las materias básicas de ciencias, matemáticas y comprensión de la lectura. El objetivo fundamental es que los resultados sirvan para aplicar correctas políticas y reformas educativas. Es relevante que participan alumnos tanto de las escuelas públicas como de colegios privados, muchos de los cuales hace tiempo cobran colegiaturas suficientes para invertir en la calidad de los docentes, en equipos e infraestructuras, lo que a su vez remite a problemas socio-culturales complejos, que incluyen la responsabilidad de la educación familiar, los medios de comunicación y las iglesias.
Calidad de la educación. Las notas de la PISA conocidas esta semana deberían tener como resultado positivo que se acabe de entender que no solo hay que seguir aumentando la inversión en educación, como prevé la Ley de Estrategia Nacional de Desarrollo, sino también que es imprescindible poner énfasis en los renglones que arrojan calidad, como la formación de maestros, reformas curriculares, investigación y educación preescolar que todavía alcanza a una fracción minoritaria, básicamente de los que pueden pagar colegios privados.
La evaluación del gasto en educación publicada en septiembre por la Acción Empresarial por la Educación (EDUCA) demostró que la inversión del 4% del PIB en el sector está adoleciendo de la cultura del clientelismo, con un desmesurado aumento del 78% del personal administrativo, y solo 27% del magisterial, con elevación total de 148% del personal no docente en apenas 4 años, advirtiendo que esa tendencia lleva a la insostenibilidad financiera en tres o cuatro años.
Tanto el ministro de Educación, Andrés Navarro, como la Coalición por la Educación Digna, que encabezó la lucha por el cumplimiento de la cuota legal del 4% del PIB, reaccionaron correctamente apreciando que todavía no hay tiempo para que esa inversión haya transformado la calidad. Pero la coalición social advirtió que se ha concentrado excesivamente en la construcción, descuidando los factores que más inciden como la formación docente.
El experto fiscal José Rijo resalta que en formación docente apenas se invirtió el 1.9% del presupuesto del Ministerio de Educación en el período 2013-17, y el 1.3% en servicios técnicos pedagógicos, y también 1.3 % en educación inicial. En cambio en construcciones se fue el 16.4%, en transferencias al INABIE (alimentación escolar) 8.8%, con muy elevadas cuotas del 9.9% para gasto del despacho ministerial, y 7.2% para “administración de contribuciones especiales”.
El ejemplo de Costa Rica. De visita en el país esta semana, la expresidenta de Costa Rica Laura Chinchilla explicó en el Almuerzo del Grupo de Comunicaciones Corripio las razones por las que su país lidera, junto a Chile y Uruguay, los indicadores de desarrollo humano y social de la región, constituyéndose en una de las sociedades menos desiguales, que genera ya toda su energía en base al agua, sol, viento y biomasa.
Comenzó marcando que Costa Rica no tuvo petróleo, oro ni muchos indios que explotar, que contrario a la generalidad de los latinoamericanos donde hasta el siglo pasado muchos presidentes fueron generales, ellos se estrenaron poniendo un maestro de primer presidente, que no han tenido golpes de Estado ni guerras civiles, que suprimieron el ejército en 1948, ahorrándose un dinero en relación a otros, que no han construido palacios ni los presidentes pueden hacer lo que quieran. Y que cuando salió de la presidencia hace dos años tuvo que buscar un préstamo bancario para financiar la educación superior de su hijo.
Para no dejar dudas, la doctora Chinchilla dice que no se repostulará porque ser presidente de su país implica un gran sacrificio. Y resalta que hace 40 años ya dedicaban el 6% del PIB a la educación, y que ella lo llevó al 8%, en su gestión 2010-14, porcentaje que se mantiene firme. Y todavía cree que hay que educar mucho más para alcanzar el desarrollo.