Peña Gómez y la Guerra de Abril
Peña Gómez y la Guerra de Abril
Por Isidro Toro Pampols
Cuando el 24 de abril de 1965, el capitán Mario Peña Taveras, hizo preso al jefe de Estado Mayor del Ejército Nacional, Marcos Rivera Cuesta, llamó a José Francisco Peña Gómez al programa “Tribuna Democrática“, en ese momento el líder perredeísta, instó a la población a tomar las calles en respaldo al derrocamiento del Triunvirato que cercenó la libertades.
Esto no fue un hecho casual, fortuito, producto de la suerte. No. Fue consecuencia de un tejido político que se comenzó a elaborar desde el mismo momento en que el profesor Juan Bosch fue derrocado el 25 de septiembre de 1963. El Triunvirato del 63 fue el gobierno que sucedió al del profesor Juan Bosch tras su derrocamiento. Lo encabezó Emilio de los Santos, quien tras su renuncia fue sustituido por Donald Reid Cabral. La crisis que vivía el país era indetenible. La oposición liderada por el PRD, mantenía una presión de calle permanente y en esa coyuntura especial de lucha contra el gobierno de facto, se produce el acercamiento con sectores militares en procura del retorno a la constitucionalidad. José Francisco peña Gómez escribió páginas de pundonor desde la radio y activando en la organización popular que hace posible la Revolución de Abril.
Una de las acciones opositoras fue la coincidencia táctica entre el PRD y los socialcristianos, lo que indujo al Presidente Bosch a propiciar un acuerdo político patriótico entre ambas organizaciones. Así se produjo el Pacto de Río Piedras, Puerto Rico. Dicho pacto lo firmaron por el PRD: Juan Bosch, Presidente, y Antonio Martínez Francisco, Secretario General; y por el PRSC: Antonio Rosario, Presidente y Caonabo Javier, Sec. General. Jottin Cury certificó dicho pacto. Estuvieron presentes entre otros dirigentes: R. Molina Ureña, Jacobo Majluta, Milagros Ortiz Bosch.
Ese Pacto fue uno de los ingredientes que contribuyeron a que el 24 de abril de 1965 se iniciara el glorioso e histórico proceso en el que civiles orientados en buena parte por Peña Gómez y militares, bajo el lema de: “A luchar soldados valientes”, se unieron en defensa de la Constitucionalidad, la dignidad y la soberanía nacional.
De su lado el Triunvirato anunció una medida para ganar tiempo, como lo era la convocatoria de elecciones para septiembre del año 1965. La oposición ante tal propuesta, exigió garantías de pulcritud en el proceso electoral, solicitud que no fue satisfecha y sí la cancelación de numerosos oficiales de las FF AA que no eran partidarios del gobierno.
La oposición se fijó un plazo: si para el 1° de junio no habían garantías de elecciones libres y transparentes, se procedería con la conspiración.
El 22 de abril fueron cancelados un nuevo grupo de militares desafectos al gobierno. Temerosos de que el retraso pudiera poner toda la trama en peligro, los rebeldes y la oposición política liderada por el PRD decidieron que cualquier movimiento de Reid en contra de las filas militares, daría lugar a una acción inmediata contra su régimen. El sábado 24 de abril, el jefe del Ejército, general Marcos A. Rivera Cuesta, informó a Reid que cuatro oficiales más fueron descubiertos conspirando contra su gobierno. Reid, consciente de la magnitud de los sentimientos en favor de Bosch en el Ejército, ordenó a Rivera despedir a los oficiales. Ese mismo día, al enterarse de la cancelación de sus compañeros, el capitán Mario Peña Taveras arrestó en su despacho al general Rivera Cuesta. Peña Taveras llamó a José Francisco Peña Gómez al programa “Tribuna Democrática” y comenzó la Revolución de Abril de 1965.
En las primeras horas de la mañana del domingo 25 de abril, los militares constitucionalistas entran a la ciudad de Santo Domingo y obligan a renunciar a Reid Cabral. El pueblo se lanza a las calles ocupando el Palacio Nacional en respaldo a los constitucionalistas. En la sede del Palacio Nacional un grupo de militares forma el “Comando Militar Revolucionario” encabezados por los coroneles Vinicio A. Fernández Pérez, Giovanni Gutiérrez Ramírez, Francisco Alberto Caamaño Deñó, Eladio Ramírez Sánchez y Pedro Bartolomé Benoit, que asume el poder a las 10:30 a.m.
Esa misma noche se traslada el poder a una autoridad civil, en la persona del Dr. Rafael Molina Ureña como presidente provisional y quien había sido el Presidente del Senado durante el Gobierno de Bosch. Momentos después se anuncia el restablecimiento de la constitución del año 1963 y el regreso del profesor Bosch ese mismo día desde Puerto Rico.
Sin embargo, en la base aérea de San Isidro en el llamado “Centro de Enseñanza de las Fuerzas Armadas (CEFA)” los generales Wessin y Wessin y el general Imbert Barreras se oponen al retorno de Juan Bosch y al restablecimiento de la Constitución del 1963. De inmediato comienzan los bombardeos y los ametrallamientos aéreos al palacio presidencial y otras posiciones de los constitucionalistas.
Las organizaciones populares exigen que se le entreguen armas al pueblo el cual ya se había volcado a celebrar el retorno de la institucionalidad al país. Allí comienza una de las gestas heroicas que hacen buena la estrofa del Himno Nacional:
Más Quisqueya la indómita y brava
Siempre altiva la frente alzará;
Que si fuere mil veces esclava
Otras tantas ser libre sabrá.
El desarrollo de la Guerra de Abril es conocido por todos. Pero las consecuencias de dicho proceso no se han estudiado en todos sus aspectos. La Guerra de Abril puede considerarse la culminación de un proceso de 150 años de frustraciones políticas, en los cuales la comunidad dominicana ha padecido el flagelo de la pobreza, la dependencia y el caudillismo, sin poder hallar el derrotero que conduzca a la superación de esos males. El triunfo del PRD en 1962 trajo como consecuencia la aprobación de una Constitución, la de 1963, que marcó en el sentir popular la idea indeleble de que el pueblo tiene derechos, que la libertad no se mendiga, que la pobreza no es un destino fatal; que si hay futuro. El país puede salir del letargo que adormecía las aspiraciones legítimas de desarrollo del pueblo. Los sectores más reaccionarios trataron de sepultar ese anhelo de paz y progreso en democracia. Por eso le dieron el golpe al profesor Juan Bosch. Vana ilusión de quienes perdieron la brújula de la historia. La Guerra de Abril reabrió las esperanzas y aunque la gesta no triunfó inmediatamente, si señaló el camino de lucha, de una lucha constante, enfrentando a viejos y nuevos enemigos, pero un combate civil por hacer bueno ese sueño que se retomo en 1962 y que hoy exhibe avances, aunque tenemos la obligación de prosperar más. Mucho más.
Hoy luchamos contra la pobreza. La batalla por la democracia se gana todos los días con participación popular, prensa plural, con partidos y organizaciones que derroten las oligarquías internas y canalicen de manera efectiva las aspiraciones de los distintos sectores sociales. La lucha por la democracia permanente no la podemos descuidar. Pero la pobreza está allí. Aún presente en un alto porcentaje de la población. Tenemos un reto: enseñar a las personas a pescar, no regalarle el pescado. Debemos reducir al mínimo los programas asistencialistas y multiplicar los planes de promover la asociatividad de sectores populares productivos para ser incorporados a la economía social. El cooperativismo ha demostrado ser una herramienta eficiente para sacar de la pobreza a importantes grupos humanos.
Tenemos la experiencia de otros países, como la de Israel. En ese país que vive en medio de una dinámica de guerra permanente, los Kibuts funcionan como una forma de organización solidaria que genera el 8% de la producción industrial, el 45%de la producción agrícola y el 98% de la industria pesquera.
En Europa la economía social produce el 8% del PIB comunitario. Existen más de 2 millones de empresas y 14,5 millones de empleos que contribuyen con la economía comunitaria y que ha coadyuvado a enfrentar las recurrentes crisis generadas por el capitalismo salvaje.
En nuestro país en el cooperativismo se agrupan alrededor de dos millones de asociados en casi un millar de cooperativas. En la actualidad, alrededor de 600 grupos cooperativos se están formando en la República Dominicana. Sin el cooperativismo la economía dominicana no exhibiría la dinámica que ofrece posibilidades de crecimiento más allá de los sectores tradicionales de la economía dominicana.
Aunque parezca peregrino, esto es una consecuencia a lo largo del tiempo del triunfo electoral del PRD en 1962 y de la dinámica democrática que se impuso: lenta muchas veces, vigorosa y creativa en otros momentos, pero siempre adelante; como se mantuvieron adelante los héroes de de Abril con figuras como Francisco Caamaño Deño y José Francisco Peña Gómez, quienes fueron portaestandarte de la bandera limpia y hermosa de la democracia dominicana.
Isidro Toro Pampols.·. es MSc en Management, asesor en cooperativismo en el IDECOOP. Reside en Santo Domingo.