Entorno económico y financiero
No es un secreto para nadie que antes de llevar a cabo un proyecto o simplemente darle seguimiento a las políticas públicas de un Estado es imprescindible realizar un levantamiento o diagnóstico de la situación interna y externa de un país o ente económico en estudio a los fines de conocer en detalles: las fortalezas y debilidades a lo interno, amenazas y oportunidades a lo externo, con el propósito de poder formular y aplicar las estrategias más adecuadas y cónsonas con el momento en el cual se vive.
En ese sentido, la nación dominicana debe reforzar el análisis de las variables endógenas, exógenas, controlables e incontrolables que inciden en su devenir como país que forma parte del concierto de naciones con las cuales mantiene relaciones comerciales y de otras índoles, a los fines de prever las posibles incertidumbres o amenazas que a diario acechan la estabilidad económica y financiera del país y aprovechar las oportunidades que se encuentran a su alcance.
En esa linea de razonamiento, el pasado jueves 12 del año que discurre el vicepresidente de la Cámara Americana de Comercio, William Malamud expresó en su comparecencia ante la matrícula de esa institución que es inevitable que la Reforma Fiscal que impulsa el actual presidente de los Estados Unidos, señor Donald Trump, impacte los flujos de inversión en la región de América Latina.
En la señalada actividad, el señor Malamud llamó la atención del Gobierno Dominicano para que monitoree muy de cerca la inminente reforma fiscal que se prevé en Estados Unidos para así tomar medidas que eviten que los flujos de inversión hacia el país puedan verse afectados.
Afirmó también que es inevitable que la reforma fiscal de los Estados Unidos sobre los tipos societarios marginales, así como los impuestos sobre los beneficios repatriados tengan un impacto sobre los flujos de inversión.
En consecuencia la República Dominicana, añadió el señor Malamud, “La República Dominicana debe revisar sus políticas fiscales para asegurarse que continúa siendo competitiva y así garantizar la inversión extranjera directa”.
Se debe agregar a estas reflexiones que también el país debe realizar un análisis profundo de la estructura de costos que hoy impiden que las empresas dominicanas sean competitivas antes las demás naciones.
Es el caso de las relaciones comerciales que sostiene el país con las naciones de Centro América y los Estados Unidos, a la luz del Tratado de Libre Comercio o el DR-CAFT y ante otros esquemas de comercio, en el cual la República Dominicana no ha podido exhibir ventajas comerciales ya que los costos por concepto de energía eléctrica, impuestos a los combustibles, transporte, entre otros, son sumamente altos en relación a los aplicados en otras naciones.
Otro aspecto que afecta, es la burocracia que se sigue para poder invertir en el país, es decir, los procesos burocráticos, los cuales perjudican la percepción que tienen inversionistas extranjeros de la República Dominicana los que afectan la confianza y generan mayores costos.
Debe recordarse que la gestión administrativa persigue al final de su proceso, la minimización de los costos y gastos para ser más competitiva y rentable una actividad comercial o industrial.
De manera que se debe dejar a un lado el tanto interés en beneficiar un sector en perjuicio de otro y acordar políticas focalizadas en mejorar la competitividad del país ante las demás naciones pues de lo contrario la República registrará un atraso más profundo del que actualmente exhibe en el orden de competencia, modernismo y beneficios.
De ahí que no es extraño que la señora Christine Largarde, Directora Gerente del Fondo Monetario Internacional, expresara en las reuniones anuales conjuntas del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial celebradas en Washington la semana pasada que: “No es el momento de ser complaciente. El buen momento económico debe aprovecharse para avanzar en las reformas estructurales necesarias para asegurar la solidez de la recuperación y protegerse de riesgos como las burbujas financieras y la creciente desigualdad de ingresos”.
Y en ese orden, se deben tomar las medidas más adecuadas y oportunas para ser más competitivos, productivos, eficientes, efectivos y moderados en el optimismo sobre el comportamiento de la economía global y revertir las aspiraciones de los ciudadanos dominicanos en lo que concierne al ingreso, riqueza y oportunidades, en otras palabras, ser más incluyentes a los fines de beneficiar a los más necesitados.
De tal manera, llegó el momento de poner coto al actual estado de cosas y aplicar un giro, de ser posible hasta de 360 grados, para enderezar los entuertos o errores que hasta hoy se han cometido para colocar a la República Dominicana en el camino más expedito para alcanzar el pleno empleo, bienestar de sus ciudadanos y ser la nación más acorde con los cambios positivos que como parte de su visión espera lograr en el plazo más corto posible.
Ojalá que las autoridades obtemperen a los llamados hechos y a las reflexiones, análisis, estudios realizados del entorno económico y financiero que de no prestarse la debida atención podría llevar al país a una situación inmanejable.