Dominicanos y Puertorriqueños: Entrelazados por la historia

Por Elvys Ruiz*
GREGPORIO LUPERONLa primera vez que oí hablar sobre la unidad de las islas antillanas fue cuando cursaba la secundaria, sin embargo, el tema fue tratado muy superficialmente. Poco después leía un trabajo publicado en la revista Ahora, el cual analizaba con mayor profundidad las ideas del excelso patriota y héroe restaurador dominicano, general Gregorio Luperón, sobre la eventual necesidad de acercar a dichos pueblos. Una vez en la universidad comprendí mejor la noción de antillanismo y de los lazos de hermandad históricos que unen a los dominicanos y puertorriqueños.  Escudriñando el tópico llego a conocer más a profundidad sobre la vida y obra de Eugenio María de Hostos y el Dr. Ramón Emeterio Betances, ambos pilares de esa nación hermana. Esta experiencia se afianza mucho más al saber de los aportes que hiciera Hostos a nuestra dominicanidad y recíprocamente del arrojo de dominicanos memorables que ofrendaron sus vidas en los aprestos libertadores de esa “Isla del encanto”.
El Doctor Ramón Emeterio Betances fue un nacionalista Puertorriqueño, inspirador de la revolución Grito de Lares. A él se le atribuye ser pionero del movimiento independentista y considerado, Padre de la patria. Betances, fue a su vez un distinguido cirujano que ocupó varias posiciones diplomáticas y se destacó en la literatura, filosofía y política.
EMETERIO BETANCES
Cuando examinamos nuestra historia nos damos cuenta que algunos de nuestros más excelsos titanes no provienen de padres dominicanos, sino productos de relaciones interétnicas y han adquirido la nacionalidad dominicana solo por haber nacido en el país.  Tal es el caso de los extintos, Pedro Mír,  laureado poeta nacional, hijo de un ingeniero mecánico de origen cubano y madre puertorriqueña. Así también  como el ex presidente, historiador y literato,  profesor Juan Bosch, naciente de madre puertorriqueña y padre español.
En el caso de Bosch, no solo estudió a cabalidad toda la producción literaria de Hostos, sino que tuvo bajo sus hombros la responsabilidad de publicar “Obras Completas de Eugenio María de Hostos”, en la Habana, Cuba. Bosch tiene en su haber la publicación de dos libros: “Hostos, el Sembrador” y “Mujeres en la Vida de Hostos”, tributos a quien consideramos cimiento del magisterio dominicano.
Puerto Rico es el segundo lugar de concentración de dominicanos en suelo extranjero, después de los Estados Unidos. Esta nación acogió al dominicano que al abandonar su patrio lar y exponer su vida al posible naufragio, hizo todo intento de llegar a esa isla hermana buscando cambiar su destino.
Esta masiva presencia a lo largo de varias décadas ha alarmado a sus ciudadanos y como es natural se han generado conflictos entre ambos grupos. Lo triste es que estas rivalidades han empañado esa historia de colaboración, confraternidad, solidaridad y luchas comunes entre ambas naciones. Además que la convivencia entre dominicanos y puertorriqueños ha dejado frutos.
En el artículo “Notas sobre las banderas antillanas” La bandera dominicana y las tres insignias de Lares (Pág. 75. Boletín 35. Museo del Hombre Dominicano), el autor Frank Berroa destaca que de las tres banderas que los boricuas rebeldes enarbolaron al producirse el Grito de Lares, una de ellas, ideada por el Doctor Ramón Emeterio Betances, ha sido atribuida su concepción originaria a Gregorio Luperón, quien fuera su cercano amigo y protector durante la estadía de ambos (Betances y Hostos) en suelo Quisqueyano.
En un ensayo titulado “Dominico-puertorriqueños en el “país de cinco pisos”, escrito por Manuel Cordero Ortiz y publicado en el libro “Desde la Orilla. Hacia una nacionalidad sin desalojos” (Silvio Torres-Saillant, Ramona Hernández, Blas R. Jiménez) su autor hace un recorrido histórico sobre los primeros dominicanos que emigraron a Puerto Rico, entre los que se destacan la familia de Juan Pablo Duarte, cuyo hermano Vicente Celestino nació en Mayagüez. Subraya el autor que: “En todos los movimientos conspiradores de los que se tiene conocimiento en Puerto Rico en el siglo XIX hubo dominicanos involucrados”.
Los dominicanos y puertorriqueños ambos hemos compartido una misma historia emigratoria. Para finales del siglo diecinueve los boricuas que tradicionalmente habían demostrado apego a su lar, empezaron a emigrar como exilados económicos tanto a la República Dominicana en calidad de braceros, así como a los Estados Unidos, Cuba, Hawai y Guatemala en condición de  jornaleros.
Por su parte el éxodo masivo de Dominicanos a Puerto Rico y a Estados Unidos se registra en la primera década del ‘60 como resultado de la crisis política e inestabilidad social que se produjo en la República Dominicana tras el asesinato del tirano Rafael Leónidas Trujillo, el posterior golpe de Estado a Juan Bosch, la guerra civil de 1965,  la segunda intervención militar norteamericana y el establecimiento en el poder del nuevo régimen que iniciaba el Dr. Joaquín Balaguer.
Los dominicanos y puertorriqueños estamos trenzados por la historia, por lo que ambos debemos ser solidarios con el destino de ambas naciones.
*El autor es escritor, dramaturgo, conferencista universitario y ensayista cultural. Autor de los libros “Café y Domino”, “Teatro Latinoamericano de la Diáspora” y “El Imaginario Negro en la Memoria Colectiva Dominicana”. Reside en Providence, Rhode Island.

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