Juana de Arco, la mujer que a sus 17 años de edad dirigió el ejército francés

Periodismo y Sociedad, Santo Domingo. Un día como hoy, 6 de enero de 1412, nació Juana de Arco en Domrémy, en el seno de una familia campesina acomodada, Francia. Fue una heroína, mártir y fiel creyente cristiana francesa, que tuvo un rol estelar en una de las fases finales de la Guerra de los Cien Años entre los reinos de Francia e Inglaterra (1337 a 1453).

Conforme a los relatos, Juana, el 17 de febrero de 1429, profetizó que el ejército francés sufriría una gran derrota en las afueras de Orleans y, con apenas 17 años de edad, tomó la decisión de unirse al ejército, y lo logró. Con el grito “¡Valor! No retrocedas”.

A los trece años, Juana de Arco confesó haber visto a san Miguel, a santa Catalina y a santa Margarita, y declaró que sus voces la exhortaban a llevar una vida devota y piadosa. Unos años más tarde, se sintió llamada por Dios a una misión que no parecía al alcance de una campesina analfabeta: dirigir el ejército francés, coronar como rey al delfín en Reims y expulsar a los ingleses del país.

Con Juana en el frente de batalla, el ejército francés derrotó a los ingleses; acción que le levantó la moral a Francia que, al final, ganó la guerra. Juana fue capturada el 23 de mayo de 1430 por nobles franceses aliados a los ingleses.

Fue acusada de brujería, herejía y por vestir ropa masculina. La declararon culpable, la martirizaron y la sentenciaron a morir en la hoguera; hecho que ocurrió el 30 de mayo de 1431, tenía 19 años de edad.

En 1456, Juana de Arco fue rehabilitada solemnemente por el papa Calixto III, a instancias de Carlos VII, quien promovió la revisión del proceso. Considerada una mártir y convertida en el símbolo de la unidad francesa, fue beatificada en 1909 y canonizada en 1920, año en que Francia la proclamó su patrona.

En 1803, fue declarada símbolo nacional de Francia por Napoleón Bonaparte; y en 1920, canonizada por la Iglesia Católica.