Orwell y las cámaras de seguridad
Por Bonaparte Gautreaux Piñeyro
Cuando llegó al público la obra 1984, de George Orwell, se trató como un ensayo de futurología que se veía como lejano, fruto de una imaginación juliovernesca que posiblemente ninguno de los lectores de la obra alcanzaría a ver.
Pero poco a poco la sociedad ha visto, sin que le sorprenda, tantos inventos, creaciones tales como misiles teledirigidos que buscan a sus víctimas, como las balas de aquel personaje de la picaresca criolla cuyos proyectiles iban detrás de los enemigos de Siño Ambrocio y sólo se detenían frente a las puertas de la iglesia.
El gobierno creado por Orwell en su novela vigilaba a todos sus ciudadanos hasta el punto de administrar los encuentros sexuales, como los tiempos en que los ingleses necesitaban un permiso del rey para fornicar: fuck you (Fornicating Under Consent of the King).
Quienes leímos la novela de Orwell no visualizábamos cómo sería posible controlar el universo de la población. Entonces era impensable admitir que algún día habría un satélite circunvolando la tierra que pudiera identificar, casi milimétricamente, un objeto, una persona, desde miles de millas de altura.
Pero he ahí que las cámaras que entonces se consideraban una violación a la intimidad de las personas, lo que se rechazaba como una limitación al derecho a la privacidad, lo que se criticó como una cortapisa contra los derechos individuales, se acepta hoy sin chistar, como un gran invento que beneficia y conviene a la seguridad de los ciudadanos.
Hay cámaras que, conectadas a un sistema de vigilancia, sirven para multar a conductores que cruzan luces rojas en violación a las leyes, por ejemplo.
Cámaras colocadas en las calles, en la entrada de oficinas públicas, bancos, hospitales, contribuyen como auxiliares de la justicia en la identificación de sujetos desaprensivos que asaltan uno y otro establecimiento. Pero aún más, hay cámaras dentro de viviendas para registrar los movimientos de las personas.
Los vigilantes electrónicos, conforme a su ubicación, permiten ver el movimiento de todas las personas que entran y salen de las viviendas y de los establecimientos comerciales u oficinas públicas, lo cual contribuye como un elemento disuasivo puesto que los delincuentes las detectan y tratan de no ser captados por ellos.
Lo de Orwell, premonición, futurología o lo que sea, se ha convertido en realidad, también, con la constitución de los grandes bloques políticos tales como Naciones Unidas, Unión Europea y oros.
La contribución contra la delincuencia y el crimen, aportado por las cámaras de vigilancia está probada y se acepta como buena.
Como no le hemos podido ganar la batalla a la delincuencia, entregamos parte de nuestra independencia, de nuestra libertad de circulación quizá un día de estos veremos un letrero en la puerta de los establecimientos: hay cámaras de seguridad y todos contentos.