OPINIÓN: El municipio del Estado post pandemia

La crisis del capitalismo de los años 70, provocada por el brusco incremento de los precios del petróleo, provocó la llamada “inflación de los costes”, o aumento de los costos de producción, derivada de las demandas salariales. Esta situación, fue lo contrario de la llamada “inflación de la demanda”, producto del pleno empleo prácticamente logrado por Europa en los 60. Esas demandas al sistema, debían ser procesadas por un Estado incapaz de hacerlo por su gran tamaño y sus bajos niveles de eficiencia. La receta fue achicarlo, descentralizarlo territorialmente, e incorporándole otros agentes a su gestión, reemergiendo así los temas descentralización y municipio.

Fue ésa, una concepción de descentralización del Estado para hacerlo más eficiente y eficaz, a la que se opuso otra de sectores sociales, políticos, académicos e intelectuales progresistas de América Latina y Europa que dijeron: sí, hagámoslo más eficiente y eficaz, pero más democrático, sustancialmente. Iniciándose, en ambos continentes, una lucha por la ampliación de los espacios democráticos en el territorio, con relativo éxito. Sin embargo, el capitalismo, en algunos casos con la colaboración de gobiernos de impronta progresista, desmontó las conquistas fundamentales del Estado Benefactor en las áreas de salud, educación, vivienda y seguridad social con pensiones dignas.

El capitalismo logró una cierta estabilización económica, pero sin poder evitar significativas contradicciones políticas y sociales. Su receta de achicamiento del Estado no fue aceptada a pie juntillas y las posiciones de democratización política con acciones en el territorio, impulsada por algunos sectores progresistas siempre han permanecido. El capitalismo no ha podido superar las crisis políticas en diversos países, incluyendo el nuestro, agudizándose en esta última década, presentándose a veces larvadas, y otras con fuertes sacudidas. En esos ciclos de crisis hizo su aparición la presente pandemia del Covid-19.

La pandemia ha evidenciado la bancarrota del paradigma neoliberal de desarrollo basado en la pretendida autorregulación del mercado. En tal sentido, hoy se hace más imperativo la acción reguladora del Estado para promover el desarrollo y la equidad, centrándose básicamente en el territorio, en el espacio. La pandemia ha profundizado la crisis del Estado, agravada por una crisis del liderazgo político a nivel mundial, determinando el reclamo de una urgente y profunda reingeniería de esa institución. En algunos países, como el nuestro, eso sería posible sólo con una reorientación/regeneración del municipio y sus ayuntamientos

El espacio es un agente de transformación social, dice Weber, lo es, si como dice Vásquez Barquero, los sujetos políticos y sociales que actúan en el territorio logran fundir lo social y lo ecológico con lo económico, vale decir si pone en valor los atributos del territorio. La post pandemia demanda una reingeniería de nuestra economía y ésta sólo sería sostenible con una reingeniería del Estado. En ese proceso, la reingeniería del municipio y su ayuntamiento, en tanto agente clave para el del desarrollo, es esencial.

Para jugar ese papel se requiere, entre otros: un código de tributación para los municipios de vocación turística, transferencia gradual del 10% de los ingresos corrientes nacionales según el tipo de municipio, carrera administrativa municipal, desarrollar el turismo local para paliar la crisis del sector, ser agente activo de equilibrio interterritorial, agrícola y medio ambiental, de inversión para el desarrollo local y la disciplina social para combatir los efectos residuales de la pandemia. Para esto, es necesario una alianza gobierno central/municipio, sector privado y la comunidad. Demanda, pues, una refundación del Estado.

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