En medio del eterno circo
La gente llana, la del pueblo, la que pone folclor y color a la vida diaria. La que debate cualquier tema en palestra y de todo está e condición de opinar.
Esa gente sencilla y astuta repite de generación en generación que en este país un tema saca a otro de circulación y está segura de que cuando hay interés de que algo no “suene” los afectados buscarán la firma de colar.
Así nos movemos entre escándalos y reacciones y seguimiento acasos que crean asombro, indignación o indiferencia, según el oído.
Entre primarias abiertas o cerradas, caso Quirinito y la suspensión de funcionarios judiciales que arrastró, por irregularidades que nadie asume, vemos desfilar problemas, malestares, violencias y..
La población comenta al principio, saca conclusiones, discute en las calles, luego, poco a poco ese brío decae y empieza la certeza de que otros asuntos igual o más fuertes vendrán a ocupar ese espacio.
Los periodistas queman sus últimos cartuchos consientes de que pronto tendrán material distinto para llenar sus páginas y pararse frente a las cámaras o transmitir desde las cabinas.
Lo que une a todos alrededor de esas situaciones es la sospecha de que en cuestiones como la Ley de Partidos, que contempla las elecciones internas, es posible que vuelva al limbo y la olvidemos por un tiempo.
En el caso de Quirinito, el elemento común es la certeza de muchos de que no caerán todos los que son y de que a lo mejor caigan algunos que no estaban.
Pero mientras es extraído el último “juguito” a ambos temas, la gente tiene material para entretenerse.