Falacia, falso positivo y posverdad en la política
Por: Isidro Toro Pampols.·.
En el debate político muchas veces la verdad es independiente de las opiniones. Siempre estará allí aunque pocos crean en ella. Utilizar argumentos verdaderos en algunos casos se torna en una visión muy idealista sobre lo que existe en la discusión política. La gente, usualmente, es presa de la utilización de falacias, falsos positivos y posverdades. Todas se relacionan, de una manera u otra, con la idea de manipular al otro, sea este un individuo, un grupo, una comunidad o la sociedad.
Cada día observamos, en la variedad de medios, argumentos que se sustentan en posverdades, falsos positivos o falacias y se presentan como exactitudes ya que incluso se construyen con argumentos lógicamente estructurados. Veamos algunos alcances.
El Director de la Real Academia Española (RAE), Darío Villanueva, durante la conferencia magistral titulada “Verdad, ficción, posverdad. Política y literatura”, impartida en la clausura del Máster Universitario en Derecho Constitucional, que ofrece la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), en junio de este año, anunció que la palabra “posverdad” aparecerá a finales de año como neologismo en la primera actualización del Diccionario de la lengua española (ABC cultura, 30/06/2017).
El término “posverdad” se referirá a toda información o aseveración que no se basa en hechos objetivos, sino que apela a las emociones, creencias o deseos del público. Un ejemplo típico de posverdad se utiliza en los debates sobre minorías nacionales, donde se mezclan verdades y supuestos, creándose una tercera categoría distinta a las dos anteriores. Los mejores ejemplos son la xenofobia racista del nazismo, el apartheid sudafricano o las luchas fronterizas entre naciones latinoamericanas, las que han desembocado en guerras inútiles. No son pocos los políticos que han llegado a conclusiones nefastas sobre la base de interpretaciones ardorosas de hechos históricos que no se analizan a profundidad.
De su lado, “falso positivo” es una frase que se difundió en el año 2008 a raíz del asesinato de civiles inocentes, haciéndolos pasar como guerrilleros muertos en combate dentro del marco de la insurgencia que vivía Colombia. Este tipo de hechos no era nuevo, pero la popularización del término “falso positivo” se divulgo ese año y en ese país. Naciones en crisis son huerto fértil para esta manipulación. También no hay que descartar la construcción de “falsos positivos” por parte de poderes facticos, quienes buscan debilitar instituciones y partidos políticos con fines inconfesables. Participar en una reunión social donde asisten personas de variopinta, puede ser útil para desinformar y acusar a los participantes de actividades en la que no están involucrados.
Falacia, del latín: fallacia, “engaño”, la define el Diccionario de la Lengua Española como “engaño, fraude o mentira con que se intenta dañar a alguien… 2. f. Hábito de emplear falsedades en daño ajeno.” En lógica, es un argumento que parece válido, pero no lo es. Algunas se cometen intencionalmente para persuadir o manipular a los demás, mientras que otras se cometen sin intención debido a descuidos o ignorancia. Unas pueden ser muy sutiles y persuasivas, por lo que se debe poner mucha atención para detectarlas.
Son muchas las falacias y no son pocas las que se utilizan en las discusiones políticas con el fin de buscar apoyos o desacreditar contrarios. Por ejemplo, la falacia del espantapájaros consiste en caricaturizar los argumentos o la posición del oponente, tergiversando, exagerando o cambiando el significado de las palabras del oponente, para facilitar un ataque al adversario. Un ejemplo: “Eso que dices es basura”. El sofisma populista, es una falacia que implica responder a un argumento o a una afirmación refiriéndose a la supuesta opinión que de ello tiene la gente en general, en lugar del argumento por sí mismo. “La gente sabe que los del partido X son ladrones”. La falacia “contra el hombre”, consiste en dar por sentada la falsedad de una afirmación teniendo como argumento desacreditar a la persona que defiende una idea y no evaluar sus argumentos. Una típica falacia del sofisma populista es la afirmación “Dices eso porque eres burgués” o la frase tipo: “ese es un científico, no sabe nada de política…”
Así como estas hay docenas de falacias que ponen de bulto el uso bien pensado y probado de manipulaciones, con el fin de engañar a personas y grupos.
La alegoría de la caverna, también conocida por el nombre de mito de la caverna, es una formula didáctica que utilizó el filósofo griego Platón para explicar su teoría de la existencia de los dos mundos: el mundo sensible, conocido a través de los sentidos y el mundo inteligible, sólo asequible mediante el uso exclusivo de la razón. Mediante esta alegoría, en el mundo político, que va más allá del debate partidista e incluye la dinámica económica y social, se utiliza para poner de manifiesto el contraste entre la verdad y las apariencias. Es una imagen que muestra la sumisión del ser humano, sumergido en un falso “saber” y víctima de la manipulación. Falso “saber” que construyen políticos, tertulianos de oficio, articulistas, intelectuales y plumas tarifadas. Algunos con intención, otros por falta de conocimiento suficiente. Pero los resultados son los mismos. Imágenes deformes muy alejadas de la realidad. Y digo muy alejadas, porqué llegar a la pura verdad es casi imposible en la mayoría de los casos.
Cuando se comunican con nosotros en términos de influir en nuestra manera de pensar, debemos ser cuidadosos para no ser sujetos manipulados por artistas del lenguaje.
Isidro Toro Pampols.·. es MSc en Management, asesor en cooperativismo en el IDECOOP. Reside en Santo Domingo.