El partido político del siglo XXI

Por: Isidro Toro Pampols

Nada hacemos con estar excitando al pueblo y conformarnos con esa disposición, sin hacerla servir para un fin positivo, Práctico y trascendental”. Juan Pablo DuarteJuan Pablo Duarte

Tocaremos rápidamente algunos temas que las organizaciones políticas deben considerar en la medida en que avancemos en este siglo XXI, y finalizamos el grupo de cinco artículos sobre los partidos políticos.

Hay quienes intentan confrontar a las organizaciones que se ubican en la noción de sociedad civil con los partidos políticos. En un mundo con tantos conflictos es un craso error. Es una burda manipulación argumentar que las agrupaciones políticas son el único origen de la mayoría de nuestros males sociales. Maniobra que busca obtener ventajas y hacerse del poder por medios mentirosos con fines insospechados. Sociedad civil y partidos políticos deben complementarse en la búsqueda de programas y acciones que conduzcan a una colectividad donde se brinde seguridad social, igualdad de oportunidades, inclusión social, libertad de creación, tolerancia y paz a todos sus integrantes.

Usualmente, quienes intentan esta acción anti partidos, son miembros de grupos de presión con intereses particulares bien definidos, que en nada se corresponden con los más amplios de los grupos humanos a lo que pretenden representar. Los partidos políticos jamás pueden ver a las verdaderas organizaciones de la sociedad civil como adversarias y mucho menos como enemigas ya que, insistimos, se complementan en su función de canalizar “determinados intereses sectoriales” y la sociedad civil es imprescindible a la hora en que la organización partidista procede a formular y actualizar su “programa de gobierno de la sociedad en su conjunto“, de acuerdo a la definición de Palombara y Weiner.

Difícilmente un partido puede construir una propuesta equilibrada, armónica y realista sin adelantar un programa de consulta con la comunidad. Es obligante, si una agrupación quiere tener una “esperanza de vida política… superior a la de sus dirigentes”, está exigida, repetimos, a establecer mecanismos de comunicación diáfanos y dinámicos con los distintos niveles de la sociedad. Un partido adquiere relevancia cuando en su interior se discute abiertamente los temas de la comunidad, interactúa con la comunidad, transformándose en caja de resonancia de las aspiraciones de cada barrio, urbanización, pueblo o desde la perspectiva de grupos sociales, articulando intereses de gremios, asociaciones culturales, deportivas, científicas, religiosas, entre otras. Es la esencia de un partido deliberante, para la ciudadanía activa, en el cual los distintos actores de la sociedad encuentran un espacio para debatir y coadyuvar en la construcción de alternativas y planes de lucha para alcanzar objetivos socialmente aceptados, en el marco de ideas de justicia y democracia social.

Otro punto a tener presente es la realidad de nuestra sociedad, la contemporánea reconocida como tecnológica, se le presenta al activista político, especialmente a la juventud, con un alto nivel de complejidad por la cantidad de información a la cual se encuentra expuesto el individuo. Frente al fenómeno, se reacciona de varias maneras: unos apelan a la simplificación, desechando variables importantes a la hora del análisis lo que conduce a decisiones de baja calidad. Otros, se sumergen en un inmenso océano de teorías del cual es imposible salir y presentar alternativas viables. Entre ambas posturas, se entrelazan muchas intermedias que pueden ser de gran utilidad a la hora de tomar decisiones.

Si bien es cierto que la tecnología te abruma con la data, también coadyuva en el proceso decisorio al ofrecer mecanismos para sistematizarla. Un aspecto a tener presente es que al sumergirse en el mundo de la cibernética, al no tener ese contacto vital tan necesario como importante, se puede derivar en abstracciones que pierdan el sentido humano. Una reunión realizada a través de video conferencia es distinta a un encuentro en un salón donde nos vemos las caras y hasta tener contacto físico. Veamos que nos dice Giovanni Sartori, un clásico de la ciencia política: “En teoría, es verdad que simplemente apretando una tecla cada ciudadano puede dar a conocer su opinión al gobierno, o incluso aprobar una ley. En esta ciberdemocracia desaparece el debate, el decidir juntos, la noción misma de interés común. Estamos en el extremo opuesto de la democracia directa”.(1) Ese aspecto humano es una variable importante y es una de las características distintiva que deben tratar de mantener los partidos en su función deliberante en la sociedad contemporánea. De allí que los partidos del siglo XXI le corresponden procurar tanta tecnología como sea necesaria para alcanzar contacto con el colectivo sin perder el calor humano, vital para lograr un pensamiento armónicos con la sociedad de justicia y democracia social que aspiramos.

Hoy las redes sociales marcan un punto de inflexión en el tema de la comunicación de masas. Ya los grandes medios se ven desbordados por millones de mensajes que se difunden a través de instrumentos como el twitter, facebook, para sólo mencionar un par de ellos. Al profundizar en el fenómeno de la comunicación vía Internet, nos encontramos con variables que nos invitan a reflexionar. Una de ella se refiere al mensaje que se transforma en viral. Usualmente, hay sus excepciones, son aquellos que de alguna forma están sostenidos o respaldados por personajes u organizaciones que coadyuvan en la gran difusión de la comunicación; por la vía del ejemplo: actores, intelectuales, políticos o medios de comunicación, entre otros. De allí que el partido político, usando las redes sociales, tanto institucionales como las de sus seguidores, en combinación con reuniones personales, puede utilizar los beneficios y bondades de la tecnología, aportando ese matiz o calor humano que da el contacto cercano entre los individuos al visitar una comunidad o realizar una asamblea en el local partidista.

Otro aspecto que debemos tener presente es la cantidad de información que debe manejar el activista social. Hoy, si nos descuidamos, nos ahogamos en data de acontecimientos u opiniones, muchas de ellas pueden ser consideradas chismes, alejándonos de la lectura del libro que aquilata el conocimiento. La opinión es aquel veredicto altamente subjetivo, carente de fuentes testimoniales fehacientes o la utilización de información parcial, incluso de manera perversa. Dos variables, entre otras, son altamente peligrosas las cuales contaminan el pensamiento: el fanatismo y la superstición. Por fanatismo entendemos el apasionamiento y tenacidad desmedida en la defensa de creencias u opiniones. Para el sabio chino Lao Tse (siglo IV a. C.) es la razón y no la pasión, la que da lugar a la virtud; es la pasión y no la razón, la que da lugar al vicio: “quien conquista a los demás – dice Lao Tse- es poderoso; quien se conquista a sí mismo, es sabio”.(2) La pasión desbocada lleva al fanatismo que ciega al individuo y le conduce a cometer cualquier suerte de desmanes. Para ejemplo, las hordas asesinas nazis, fascista y franquistas en la Europa del siglo XX. La superstición, de su parte, es una creencia contraria a la razón. Desde el punto de vista religioso, extraña a la fe creyente. La superstición lleva a la persona a considerar como verdades algunas ideas totalmente ajenas a un criterio de conocimiento racional.

Un partido político debe formar a sus militantes sobre la base de una instrucción que impida el fanatismo y la superstición si queremos construir conjuntamente con la comunidad una sociedad abierta, transparente, justa y democrática. Difícilmente un montón de fanáticos puedan interactuar con grupos de vecinos y coadyuvar en la construcción de alternativas que deriven en un superior desempeño institucional, dirigido a mejorar el hábitat y proveer servicios eficientes. Lograr un ambiente armónico de ejercicio diáfano de las funciones públicas y de acceso a los espacios donde el punto de vista ciudadano sea importante a la hora de la toma de decisiones. Con activistas y dirigentes fanáticos no se construye sociedad armónica, justa y democrática. Tampoco con supersticiosos, quienes divorciados de cualquier metodología racional de análisis, tratarán de imponer visiones contaminadas por la opacidad de la ignorancia.

Un partido político deliberante, orientado a fortalecer una ciudadanía activa, con propósitos transparentes de coadyuvar en la construcción de una sociedad armónica, justa y democrática, pasa por crear a lo interno un sistema educativo que interiorice en el activo humano la idea que la democracia y la justicia social son valores hermosos que debemos alcanzar entre todos los ciudadanos de nuestro país. La formación del militante y dirigente debe contribuir con el ideal colectivo de participación de los habitantes, lo cual es derecho fundamental que tiene cada ciudadano para garantizar instituciones públicas eficientes, con un alto grado de responsabilidad a la hora de tomar decisiones políticas. El partido para la ciudadanía activa debe ser alforja en la cual las herramientas políticas tengan como único fin el aportar nuestro esfuerzo para que la comunidad goce de servicios en los cuales reine la transparencia administrativa, sean eficaces, eficientes y la responsabilidad en la toma de decisiones sea sobre la base de principios éticos, que en nada perturben la confianza ciudadana en el entramado institucional público.

De allí que la formación en principios y valores, dotado de herramientas conceptuales de transparencia, tolerancia, justicia, ética y democracia social en el asociado del partido, es una garantía para trabajar conjuntamente con la sociedad en general, en la construcción de una república donde el optimismo sea el motor que genere los cambios que siempre debemos implementar para afrontar los retos que este mundo complejo nos depara.

Visto así, un partido solo ni puede ni es conveniente que adelante la transformación que un país necesita. Nunca una parte tendrá tanta fuerza como para emprender tan gigantesca tarea. No es conveniente porque siempre es útil y necesario retroalimentarse con perspectivas distintas a las que sostenemos y analizarlas en el hornillo de atanor para lograr la alquimia que transforme nuestra sociedad. Por ello es que los partidos deben realizar alianzas de variopinta.

Hoy las asociaciones como los sindicatos y gremios profesionales se han venido a menos porque los sujetos buscan de manera individual sus reivindicaciones personales. La educación formal te prepara para competir en el campo laboral y los sindicatos son extraños en las áreas de empleados y profesionales, particularmente en el sector privado. Se ven más en la Administración Pública, aunque cada día menos influyentes. Pero en la búsqueda de un mejor hábitat, sigue siendo la presión social el mejor acicate para alcanzar reivindicaciones colectivas. Hoy los individuos se expresan a través de las redes sociales. Estas coadyuvan con los medios de comunicación en la tarea de conquistar logros que redunden en una mejor calidad de vida para nuestros pueblos y ciudades. Esas herramientas bien utilizadas, engranadas en programas de acción política comunitaria que sean parte de proyectos elaborados con la participación de los munícipes, con una visión de conjunto armónica y coherente, adquieren dimensiones superiores que dejan atrás la acción gubernamental de la colcha de retazos. La acción de gobierno sin engranarse en planes concertados con el colectivo, si bien obtienen mejoras, no aquilatan en grado elevado la calidad de vida ya que se pierde la acción sumatoria de planes coordinados que aportan el valor de la sinergia, como un importe importante para alcanzar el fin deseado.

Los partidos políticos tienen la función insoslayable de la ardua tarea de coordinar la articulación de las aspiraciones de las comunidades con los programas y presupuestos de las distintas instancias de gobierno.

El partido político en oportunidades debe adelantar alianzas con otras organizaciones partidistas para alcanzar objetivos coincidentes. En la política latinoamericana tenemos el ejemplo paradigmático de Chile para alcanzar y sostener la democracia.

La misión superior de alcanzar logros específicos tendentes a mejorar la calidad de vida, en muchas ocasiones exige alianzas con otros factores partidistas las cuales, por diversas razones, son difíciles de concitar y aún más complicado viabilizar. Bien señalaba Guy Mollet, quien fue Primer Ministro entre 1956 y 1957, durante la época de la IV República francesa: “La coalición es el arte de llevar el zapato derecho en el pie izquierdo sin que salgan callos.”(3) Mollet, quien lideró la sección nacional de la Internacional Obrera entre 1946 y 1969, no podía ser más gráfico. La habilidad de adelantar alianzas con el fin de lograr objetivos sociales superiores exige compromisos y sacrificios los cuales, aguas abajo, redundarán en beneficio del partido porque éste tendrá un historial de éxitos que exhibir.

El partido político debe ser una organización para la ciudadanía activa. Un partido para la ciudadanía activa se reconoce cuando sus cuadros actúan en el tejido social, en función de los intereses colectivos. Liderando procesos, convocando al pueblo en la toma de decisiones que lleven adelante las acciones de lucha por sus reivindicaciones. Un partido deliberante para la ciudadanía activa se encuentra conectado con los diferentes grupos sociales, profesionales, gremios, asociaciones, con la población en general. Dedica la mayor parte de su energía a vincularse con el pueblo, identificar sus necesidades y ser bastión esencial de las luchas cívicas de la comunidad. En estas tareas no se distinguen clases sociales, siendo el partido el correaje de transmisión de la información, el laboratorio donde confluyen las opiniones de todos los sectores de la sociedad y allí, democráticamente todos a una, se trazan los planes de lucha en beneficio de la colectividad.

Un partido con propósitos es una organización deliberante que no necesariamente es una organización de oposición. En la estructura actual del Estado, se puede ser de oposición al Poder Ejecutivo y ser gobierno en el municipio. Estar conectado con la comunidad es obligación de todo partido. Su principal reto organizativo es formar sus cuadros para ser útiles al colectivo en la tarea de articular los intereses del pueblo con las políticas públicas de la Administración en sus distintos niveles, que trabajan para hacer bueno el ideal de “libertad, igualdad y fraternidad” en el marco doctrinario de la democracia social.

Isidro Toro Pampols es MSc en Management, asesor en cooperativismo del IDECOOP. Reside en Santo Domingo

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