Blas Peralta, músico
Por: Bonaparte Gautreaux Piñeyro
Conozco a Blas Peralta hace muchos años como camionero, gremialista, político, pero cada día descubro una nueva faceta de su personalidad. Por eso dicen que todos los días aprende uno.
Los gremialistas, especialmente los transportistas, tienen muchos adversarios y enemigos que envidian los copiosos ingresos que proporciona liderar camioneros que trabajan duro, cotizan duro y ganan bien, por ello no me extrañó que tuviera guardaespaldas.
Llega un momento en que las posiciones de poder hayan sido adquiridas o reconocidas, pueden provocar que las personas entiendan que están por encima del bien y del mal. No digo que ese sea el caso de Blas.
Lo cierto es que, ante las acusaciones de quienes viajaban con él y otras evidencias recogidas por las autoridades, Blas se vio compelido a declarar que él había disparado contra el ex Rector Aquino Febrillet y que salió de su arma la bala que cortó la vida del distinguido ciudadano y educador.
De inmediato comenzó la trama para tratar de desligarlo del crimen. Que si pagó a un testigo para que renunciaraa declarar, como si la autoridad debiera admitir esa inconducta cobarde, que su chofer, que si su guardaespaldas… pero todo apuntaba, todos los índices a que él era el culpable.
Una de sus estratagemas más inteligentes fue la de informar que se había arrepentido, que había sido tocado por el Señor, lo cual no es de dudar pues el Señor perdonó a Dimas y lo invitó al paraíso. No es raro que una persona se “convierta” a la fe en Dios cuando tiene un hijo que padece una enfermedad catastrófica u otro familiar. Pero ¿son sinceras esas conversiones, esa aceptación repentina de las reglas del Señor?
Hay conversiones y “conversiones” porque, así como de noche todos los gatos son prietos, todos nos acordamos de Santa Barbara cuando truena.
Los intríngulis de las nuevas leyes penales aprobadas en las últimas décadas reafirman convenientemente que la duda favorezca a quien tiene que ser: al reo.
Si luego de una confesión de culpabilidad, con todos los elementos probatorios que acusan e indican quién fue el autor del delito, es injusto que por cualquier tecnicismo legal se favorezca al autor de la acción criminal.
Las leyes deben ser para favorecer a la sociedad, para regular la vida entre los ciudadanos y el poder, entre ciudadanos unos con otros, pero ley que, aunque sea por asomo, beneficie a un culpable es injusta, sin que importe el poder que la haya creado.
¿Reducir su condena a dos años? No sabía que Blas Peralta era músico, como aquel personaje del poema que recitaba Luis Carbonell, quien decía: “si me quitan el timbal, si me quitan el timbal, por mi madre que me muero”.
¡Porque qué timbales tiene Blas! que le rebajen la pena a dos años.