Aberrante inicio a la sexualidad
Por Minerva Isa/ Hoy.com.do
Antes de abandonar la familia definitivamente, las privaciones y abusos las lanzan a la calle, adaptándose a una vida nómada, errante. Se prostituyen, se enrolan en pandillas o se unen a hombres de mucho mayor edad que las humillan y envilecen.
En la marginalidad. La sexualidad y maternidad en niñas y adolescentes predomina en campos y barrios marginados urbanos, en ambientes de exclusión y pobreza, aunque también ocurre en los demás estratos sociales. Es frecuente en hogares infuncionales, inestables, impulsada por falta de educación sexual, un entorno promíscuo, ausencia de un propósito en la vida, entre otros factores.
Estudios revelan que las menores con severas carencias están en mayor riesgo de ser víctimas de abuso sexual y enfermedades asociadas a la salud reproductiva, inclusive a la muerte.
Este fenómeno creciente sitúa a República Dominicana por encima de la tasa regional promedio, con 37% de niñas que contraen matrimonio o tienen pareja antes de los 19 años. Lidera el continente en natalidad de adolescentes, con 97.3 por cada mil niñas de 15 a 19 años. En ese segmento, se estima abandonada la escuela, más del 20% de la matrícula escolar femenina.
Prostitución. La sexualidad no le es extraña, para muchas menores el sexo es un medio de sobrevivencia y ejercen la prostitución con naturalidad, como un aliado, al que también recurren varones, muchas veces compartido con robos y otros actos delictivos.
En ocasiones, el novio o marido las induce al oficio para beneficiarse económicamente, o caen bajo las garras de dueños de prostíbulos que las reclutan y secuestran.
En alta proporción, esas muchachas proceden de familias donde el sexo es promíscuo, habitual o comercial. Viven en cuarterías, hacinados en una o dos habitaciones. El ambiente propicia un aprendizaje de mujer adulta y se hacen precoces sexualmente. Participan en actividades de adultos, beber en un colmadón, bailar hasta la madrugada, amanecer en un motel.
Una hija de madre prostituta tiene mayor posibilidad de serlo, y es más probable puesto que una de las características de menores precoces con desorden de carácter es que no tienen una moralidad relevante y, por lo tanto, son mucho más vulnerables.
Esto induce a varones a la prostitución homosexual, que no es exclusiva de los pobres, se incrementa soterradamente en todos los estratos sociales, mientras la perversión prosigue con visitantes extranjeros que abusan sexualmente de niños y niñas.
La sed de dinero y adicción a las drogas hace que muchos jóvenes se dediquen a vender su cuerpo, ofertan sus servicios por Internet o en las vías públicas, adonde asoman clientes, hombres adinerados en vehículos de lujo. Entre los que se prostituyen están los sankipankis, que en zonas turísticas permanece a la caza de mujeres extranjeras, a cambio de dinero y a la vez esperanzados en emigrar al exterior.