Desconfianza sobre la democracia dominicana

La competencia en los sistemas de partidos políticos, es uno de los principios centrales de la democracia liberal.

Por: Fausto Herrera Catalino

Los partidos son importantes en la práctica, no solo en la teoría.  Sí, desde la oposición, ejercen contrapeso al gobierno, cumplen las funciones de su naturaleza. Más aún, cuando la democracia está secuestrada por el poder de las élites que protegen sus intereses.

En la República Dominicana, en los comicios de mayo de 2016, les costó más de RD$3 mil 492 millones de pesos a los dominicanos a través de la Junta Central Electoral, sin incluir los recursos entregados a los partidos políticos. Cada voto válido tiene el precio más caro de la América Latina.

Ahora, para el 2019, se estiman 5 mil millones de pesos para el montaje de las primarias a los partidos políticos. ¡Qué despilfarro es nuestra fallida democracia!

Es cuestionable la calidad de la elección en la urna. El escepticismo de los dominicanos es cada vez mayor. A ese respecto, Daniel Zovatto: “con preocupación y dolor observo que la calidad e integridad de las elecciones en la República Dominicana han sufrido un serio retroceso durante el pasado proceso”.

El desencanto acumulado con el modelo gobernante, explica por qué, impulsados por intelectuales, activistas políticos y la clase media, han surgido varios movimientos sociales y políticos. Un CAMBIO para un mejor país proclaman todos.

Sin embargo, esa UNIDAD del propósito enunciado, no se ha concretizado en una estrategia con una dirección concertada, una plataforma organizativa, un programa mínimo y candidatos comunes a todos los niveles electivos. ¡José Francisco Peña Gómez!, cuánta falta hace su liderazgo.

Volver a hacer política al estilo Peña Gómez es el reto de toda la oposición política dominicana de hoy.

En el escenario de la realidad: La división territorial de Santiago con la creación del Municipio Oeste, el 7% del crecimiento económico anunciado por el gobernador del Banco Central y la recuperación del Estado de las tierras de Bahía de las Águilas.

Pero, también, el próximo encendido de una de las plantas de Punta Catalina y la propuesta de Finjus que propone al actual consultor jurídico de la presidencia para que sustituya al presidente de la Suprema Corte de Justicia. Un combo de la estrategia del continuismo. El fantasma de la reelección recorre el país.

La puesta en escena de varias opciones oficialistas, las cuales no son antagónicas per sé, sino complementarias; con ADN idénticos: La corrupción e impunidad.

Es la estrategia de un Partido de la Liberación Dominicana que rehúye rendir cuentas a la sociedad por las múltiples estafas, que incluye más de 50 mil millones de pesos anuales por impuestos ilegales a los combustibles, durante sus gestiones de gobiernos.

Un error garrafal es seguir el juego de la manipulación de un oficialismo por otro.

En sus ejercicios de la corrupción e impunidad tienen un disfraz de desarrollo virtual, pero con un escalofriante endeudamiento. Peor aún, la desigualdad social y el uso de la pobreza vía clientelismo pretenden eternizarse en el poder.

En consecuencia, los daños provocados a los valores democráticos han generado una oposición a la permanencia del Partido de la Liberación Dominicana en los poderes del Estado.

Es un sofisma de la campaña mediática oficial, repetir que no hay oposición en nuestro país. Cada día las protestas crecen por las insatisfacciones de toda la población.

Los medios de comunicación no la publican, en razón de la extorsión de 15 millones de pesos diarios que invierte el gobierno para el control absoluto de la opinión pública.

El momento es propicio para partidos, movimientos y ciudadanía trabajar en el año 2019, un Acuerdo Democrático avance para el cambio político de 2020.

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