Crueldad humana hoy: Mujeres violadas ante sus hijos, decapitaciones y niñas asesinas en el Congo, según la ONU

Los testigos han relatado escenas de canibalismo, decapitación, desmembramiento y violaciones, a manos de victimarios tanto adultos como menores de edad.

Las mujeres y los niños han sido los más afectados en el cruento conflicto armado en una región de la República Democrática del Congo, según un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que recoge testimonios de violaciones, desmembramientos, canibalismo y reclutamiento forzoso infantil.

El documento de 126 páginas hace un resumen de los dos años de enfrentamientos entre milicias de distintas etnias y las fuerzas de seguridad en la provincia de Kasai, que fue conformada en 2015 luego de la reagrupación de cinco provincias.

En Kasai, una de las regiones menos desarrolladas de la República del Congo, con 70 % de pobreza, se ha intensificado desde 2016 un conflicto entre las milicias Kamuina Nsapu, principalmente integradas por niños y que generalmente actúan en contra del Estado; Bana Mura, relacionadas con el Gobierno de ese país, y las Fuerzas Armadas de la República del Congo (FARDC), señaladas por la ONU de vulnerar los derechos humanos.

Entre los testimonios más impactantes se encuentra el de un testigo que vio cómo las mujeres y los niños de una aldea la abandonaban luego de que un atacante respondiera a las súplicas de su víctima: “Hemos venido a matar, no dejaremos a nadie vivo”.

Mujeres y niñas: las víctimas

Dentro de las atrocidades que han contado algunos testigos al equipo de la ONU se encuentran violaciones grupales a mujeres, adolescentes y niñas, que han sido presenciadas por miembros del círculo familiar; abortos forzados; desmembramientos; amenazas; discriminación, persecución y cautiverio.

De las 454 personas que relataron sus experiencias en medio del conflicto, por lo menos 45 % habían sido víctimas de violencia sexual por parte de una o más personas, una o más veces, recoge el informe. De esta cifra existe un porcentaje de mujeres que no hablaron del tema por temor a ser estigmatizadas.

Los testigos han contado que ha habido violaciones grupales cometidas por los integrantes de Kumuina Nsapu a mujeres embarazadas, delante de sus propios hijos pequeños. En algunas oportunidades les exigen que manifiesten si prefieren ser asesinadas o abusadas sexualmente. Algunas víctimas han muerto después de reiteradas golpizas y agresiones sexuales de varios milicianos.

Fuente externa/Reuters

Una testigo de la etnia tetela narró que milicianos Kamuina Nsapu –una mujer y cuatro hombres– entraron en su casa, decapitaron a su marido y uno de ellos bebió la sangre de su cabeza. Un jefe tomó su bayoneta, mutiló el rostro de la mujer e insertó su mano dentro de su vagina delante de sus niños. “Estaba empujando su mano como si quisiera rasgar algo por dentro. Estaba embarazada de cinco meses. Sangré mucho. Luego me dejaron allí con mis hijos”.

Vaginas como medallas

Además de las violaciones, ha habido otro tipo de delitos de connotación sexual. Un testigo dijo que en 2017 vio en Kamako a un grupo de milicianos de Kamuina Nsapu que llevaban clítoris y vaginas como medallas. Según el informe, también ha habido mutilación de las mamas.

Una mujer narró cómo ella y su hija fueron obligadas a desnudarse en público y fueron tocadas sexualmente. El desnudo representa un gran tabú en la etnia luba, mayoritaria en Kasai, y que generalmente conforma la milicia Kumuina Nsapu. Al atacar el sexo y los senos de las mujeres, simbólicamente se vulnera a la comunidad.

Fuente externa/Reuters

En medio de este conflicto, las mujeres han sido agredidas incluso por bandos opuestos. Algunas que ya habían sido violadas por milicianos de Kamuina Nsapu fueron nuevamente violentadas sexualmente por milicianos de Bana Mura.

Canibalismo

En la preparación de los niños que formarán parte de la milicia Kamuina Nsapu existe un ritual bautismal en el que hay que beber una poción compuesta de varios ingredientes, como alcohol, huesos humanos triturados, sangre e insectos. Los infantes además realizan decapitaciones como acto de iniciación.

Otros relatos dan cuenta de personas que cortaron, cocinaron y comieron carne humana, incluidos miembros extirpados de hombres vivos y cadáveres. Además, bebieron sangre humana.

Una niña de 14 años refirió que los milicianos de Kamuina Nsapu cortaron el pene de los soldados que habían sido asesinados y “luego fueron asados ​​y comidos. Los chicos cortaron los sexos y se los dieron a las chicas” y se bebieron la sangre de las víctimas. La piel de los militares se secó, se redujo a un polvo que se mezcló con aceite de palma, que luego les pusieron en la boca o sobre la frente. “Nos hizo perder el conocimiento y sentimos odio”.

Milicia infantil

Muchos niños han sido capturados y obligados a unirse a la milicia Kamuina Nsapu. Estos pequeños han conformado la tropa y también han sido vigilados, privados de libertad, golpeados, víctimas o testigos de tratos crueles y abusos, recoge el documento del organismo internacional.

La violencia ha afectado principalmente a los pequeños, que han sido víctimas e instrumentos. En 2017, los agentes de protección de la infancia habían identificado a 1.220 niños y 658 niñas reclutados y utilizados por la milicia Kamuina Nsapu, aunque se cree que la cifra es mucho mayor.

Fuente externa/Reuters

Un niño capturado en diciembre de 2016 por la milicia contó: “A veces nos traían muslos humanos, que teníamos que cocinar, y latas de sangre”.

Una niña capturada con su hermanita manifestó que fue llevada a un campamento donde solo había mujeres y allí fue obligada a cocinar y sacar agua para los milicianos, que no le daban de comer. Recuerda que vio a los milicianos cortarle las orejas a la gente que intentaba huir. Durante su esclavitud, esta menor y otras mujeres fueron violadas por milicianos.

Niñas asesinas

Los verdugos ha sido hombres y mujeres, pero también menores de edad. Algunos testigos informaron que niñas milicianas ordenaron la decapitación de sus familiares masculinos. Sin embargo, además de ser ejecutores, son las víctimas más vulnerables.

En la aldea de Kilolo, en la frontera con Angola, un testigo contó que vio a un niño de la etnia bindi correr hacia él, gravemente herido por machetazos en el cuello. El pequeño murió. La escuela de la aldea había sido atacada por milicianos de Kamuina Nsapu y las calles estaban llenas de cadáveres, incluidos los de sus hijos de 12, 15 y 17 años. Dos de ellos habían sido decapitados.

En las minas de diamantes de los ríos Mwali y Luanga Nsthima, cinco milicianos de Kamuina Nsapu, de entre 14 y 16 años, degollaron a cinco mineros y ordenaron al único sobreviviente que recogiera las cabezas y las pusiera en una bolsa. Entonces cortaron el sexo de uno de los cuerpos y bebieron la sangre que se escapaba. Al único sobreviviente le quemaron la mano derecha y el pie izquierdo antes de marcharse.

La ley del machete

Las armas de los milicianos generalmente son machetes y palos. Una persona contó unas 65 cabezas cortadas alrededor su pueblo. La disciplina que exigen los grupos violentos a sus miembros incluye castigos con instrumentos cortantes. Una noche, como escarmiento, un grupo entró a la casa de un hombre, lo golpeó con un machete y le ataron un alambre a su miembro.

Una mujer recordó que después de tirar a su bebé al suelo, la milicia de Bana Mura tajó en dos a uno sus hijos, de dos años y medio de edad. Los irregulares extrajeron sus intestinos y los pusieron alrededor de la madre y los niños.

Fuente externa

De igual manera, son asesinados los “sospechosos” de pertenecer a otras etnias o de tener amuletos. “Mi tía, que llevaba una cuerda en su cadera, fue decapitada inmediatamente. Los que no tenían fetiches fueron liberados”, dijo una mujer que huía de su aldea y que en el camino fue violada al igual que otras 15, entre ellas seis menores de edad.

Un sobreviviente cuenta que, tras ser detenidos por milicianos de Kamuina Nsapu en la aldea de Mwena Kangala, degollaron a los cuatro miembros de su familia, incluido su hermano de cinco años. Tuvo que transportar la cabeza y un brazo de su madre a la comunidad de Yangala.

Las historias de horror y dolor han causado ya 4,4 millones de desplazados internos en el país africano, en un conflicto que algunos especialistas atribuyen a disputas por el control de recursos naturales como el coltán, usado por las grandes corporaciones para la fabricación de equipos electrónicos.

Fuente: RT en español

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *